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DOLOR Y POSTURA

Manuel Sanabria • 27 de noviembre de 2024

La relación entre dolor y postura es un aspecto fundamental en la fisioterapia, ya que aunque no tiene porqué ser el  factor principal del dolor, una mala postura puede generar o agravar el dolor, mientras que la corrección postural puede aliviarlo o prevenirlo. Esta relación se puede entender desde varios puntos de vista fisioterapéuticos.

1. Alteración de la alineación corporal:


La postura se refiere a la forma en que el cuerpo se alinea en el espacio, tanto en posición estática (como estar de pie o sentado) como en movimiento. Cuando la postura es incorrecta, es decir, cuando las estructuras corporales (como huesos, músculos y ligamentos) no están alineadas adecuadamente, se pueden generar tensiones adicionales en los músculos y articulaciones. Estas tensiones pueden causar dolor o incomodidad debido a la sobrecarga que soportan ciertas áreas del cuerpo.


Por ejemplo:


• Postura encorvada (hipercifosis): En una postura con los hombros encorvados hacia adelante, los músculos del cuello y la parte superior de la espalda (como los trapecios y los romboides) pueden experimentar una sobrecarga, lo que lleva a dolor muscular o rigidez.

• Postura en "curva lumbar exagerada" (hiperlordosis): Una curvatura excesiva en la zona lumbar puede generar tensión en los músculos de la espalda baja, predisponiendo a lesiones como dolor lumbar crónico.

2. Cadenas musculares y patrones de movimiento:


El cuerpo funciona como un sistema de cadenas musculares interconectadas. Las alteraciones posturales pueden desencadenar una serie de compensaciones en las que diferentes músculos o grupos musculares asumen más carga de la que deberían. Estas compensaciones pueden llevar a desequilibrios musculares y, con el tiempo, generar dolor en diversas áreas del cuerpo.


Por ejemplo:

• En una postura de sentado prolongado, donde el tronco se desplaza hacia adelante y las caderas se flexionan excesivamente, los músculos de la parte baja de la espalda y los flexores de la cadera pueden tensarse, lo que genera dolor lumbar o en la zona posterior de los muslos (isquiotibiales).

3. Disfunción articular:


Una mala postura también puede afectar las articulaciones, ya que una alineación incorrecta aumenta la presión sobre ellas, afectando su funcionamiento. Esto puede generar dolor en las articulaciones debido a la compresión o el desgaste anómalo de los cartílagos.



• Por ejemplo, en una postura de rodillas en valgo (rodillas hacia adentro), que suele ser común en algunas personas con sobrepeso o que realizan movimientos

incorrectos, las articulaciones de la rodilla pueden estar sometidas a una presión desigual, lo que puede causar dolor o incluso desarrollar artrosis con el tiempo.


4. Tensión y sobrecarga muscular:


La mala postura puede provocar que ciertos músculos trabajen de manera constante para mantener la estabilidad del cuerpo, lo que aumenta su tensión. Esta sobrecarga muscular puede llevar a la aparición de puntos gatillo, que son áreas de alta sensibilidad en los músculos que pueden irradiar dolor hacia otras partes del cuerpo.



• Ejemplo: Mantener una mala postura al estar sentado frente a un ordenador durante horas puede generar sobrecarga en los músculos cervicales, lo que puede resultar en dolor de cuello o cefaleas tensionales.


Desde un enfoque fisioterapéutico, se trabaja tanto en la corrección postural como en el fortalecimiento muscular para prevenir o tratar el dolor. Algunas de las estrategias incluyen:


Ejercicios de corrección postural: Estos ejercicios ayudan a restaurar la alineación corporal correcta, reduciendo la sobrecarga en las estructuras corporales.

Terapia manual: A través de técnicas de movilización y manipulación, el fisioterapeuta puede ayudar a reducir la rigidez y aliviar el dolor muscular y articular.

• Entrenamiento de la conciencia corporal: Ayudar al paciente a identificar sus hábitos posturales y cómo afectan a su cuerpo es clave para la prevención del dolor a largo plazo.

Conclusión



El dolor y la postura están estrechamente relacionados: una postura inadecuada puede generar tensiones y disfunciones musculares y articulares que resultan en dolor. La fisioterapia juega un papel esencial en la corrección postural, el fortalecimiento muscular y la educación sobre cómo mantener una alineación adecuada para prevenir y tratar el dolor.

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La postura se define como la relación de las posiciones de todas las articulaciones del cuerpo y su correlación entre la situación de las extremidades con respecto al tronco y viceversa. Es decir, es la posición del cuerpo con respecto al espacio que le rodea y cómo se relaciona el sujeto con ella. En la actualidad, se entiende la postura como algo estático, “correcto” o “incorrecto”, atribuyendo ciertos beneficios a la hora de mantener una “buena” postura como consecuencias de adquirir “malas” posturas a lo largo de la vida de una persona. Quizás sea necesario reconceptualizar lo que se entiende por postura. Cuando se habla de una buena postura, se dice que consiste en la alineación simétrica y proporcional de los segmentos corporales alrededor del eje de la gravedad. La postura ideal de una persona es la que no se exagera o aumenta la curva lumbar, dorsal o cervical; es decir, cuando se mantienen las curvas fisiológicas de la columna vertebral. Y por ello se recomienda hacer determinados ajustes tanto en los puestos de trabajo, hogar y a la hora de realizar actividades de la vida diaria o actividad física. Debemos de conocer y es una realidad que, a día de hoy, no existe la postura perfecta como tal o el “David” de la postura, ya que esta va a depender de muchos factores y cada organismo va a ser único. Y, además, no existen estudios sólidos que establezcan una asociación directa sobre el dolor y malas postura en todos los casos. Factores que pueden influir en la postura. Para empezar, y puede ser el más evidente, en algunos casos habrá personas que por genética y por su estructura ósea, por su esqueleto y por como son sus articulaciones tendrán una postura propia que muy difícilmente va a poder ser modificada y más en personas adultas que no están en proceso de crecimiento, y puede distar mucho en el pensamiento de un ideal de postura, apareciendo asimetrías o posiciones no habituales o “naturales”. Además, cada parte del cuerpo puede tener un mayor o menor desarrollo a nivel muscular o a nivel de acumulación de tejido adiposo (grasa), lo que puede provocar asimetrías a simple vista, pero que no sea una alteración de la postura como tal. Por otro lado, el entorno y la actividad que la persona suela realizar también va a influir y determinar qué tipos de posturas va a adquirir el organismo con el principal objetivo de adaptarse y especializarse en esas tareas o en el entorno en el que se encuentra, y poder ser así más eficiente y tener un menor gasto energético. Esto se ha visto en muchos estudios con deportistas donde la postura según la disciplina que practicaban se modifica en beneficio a mayor rendimiento, saliéndose de ese estándar de posición ideal y no suponiendo un problema para la persona o no siendo un generador de molestias y lesiones. También, como explicamos en el artículo: Posturas y emociones… Emociones y posturas, las emociones y los sentimientos pueden también condicionar nuestra postura. Se puede considerar que la postura pueda llegar a ser una somatización de lo que vamos viviendo en la vida, buenas y malas experiencias y así van teniendo su impacto a nivel emocional, y una correlación a nivel corporal. Postura y dolor: ¿realidad o mito? A día de hoy, se sigue asociando directamente determinadas posturas con cuadros específicos de dolor o síndromes. Pero ¿es real la relación que hay entre dolor y postura, o no es como habitualmente se piensa? Es cierto que en algunos casos puede estar relacionado, por ejemplo: distintos estudios han observado una cierta relación entre las cefaleas cervicogénicas y la posición de cabeza adelantada o en protracción. Pero como se señala en muchos otros estudios, no se puede establecer una relación directa entre el dolor y la postura, ya que se encuentran muchos casos sin dolor con esta postura de cabeza adelantada. Si nos vamos al dolor lumbar, sucede exactamente lo mismo. Podemos encontrar personas con dolor lumbar asociado a una hiperlordosis lumbar o a una rectificación lumbar, pero también hay casos con estas características en la postura y no presentan síntomas. Y descartando así una relación directa entre el dolor y la postura. Es interesante siempre que estas características sean valoradas y ver si son un factor contribuyente en el dolor, porque si no cambia o no provoca síntomas, no tendría sentido tratar e intentar modificar la postura y la persona estaría perdiendo el tiempo en intentar solucionar algo que no es relevante en su caso. Existe también otro problema con las posturas, tanto sea “buena” o “mala” y es la falta de movimiento que supone mantener una postura. Tenemos unos sensores llamados Acid Sensing Ion Channels o ASICS dentro de nuestros tejidos que detectan cambios en el valor de pH. Si no nos movemos, o ponemos tensión en nuestros músculos que pueden reducir el flujo sanguíneo, estos receptores pueden sentir que el tejido se vuelve más ácido y traducirlo en una sensación de incomodidad o incluso dolor. ¿Alguna vez te has sentado durante mucho tiempo en una conferencia o seminario y sentiste la necesidad de levantarse y estirarse porque te sientes un poco dolorido o conforme pasan los minutos vas variando ligeramente la postura para estar más cómodo, aunque supuestamente estés bien sentado con buen respaldo? Pues todo esto es debido a los cambios químicos que se producen en el interior del organismo por la falta de movimiento y el aumento de la acidez del cuerpo, entorno que no es bueno para nuestras células. Por ello, el cuerpo manda una respuesta de incomodidad o dolor en búsqueda de movimiento y un entorno más cómodo para funcionar. Y esto sucede con todas las posturas si se mantienen demasiado tiempo. También, al mantener una misma posición durante mucho tiempo, hay determinadas estructuras que están sometidas a un estrés mecánico mantenido como pueden ser los músculos que están en una contracción mantenida. En esta contracción, la circulación se dificulta y la musculatura comienza a fatigarse. Entonces, el cuerpo actuará generando una respuesta de dolor para salir de esa posición, que haya movimiento en la zona, los músculos “respiren” y cambie el estrés mecánico. Papel de la Ergonomía. Os podréis preguntar: “Y entonces, ¿para qué sirve la Ergonomía?” Esta se define como el conjunto de conocimientos de carácter multidisciplinar aplicados para la adecuación de los productos, sistemas y entornos artificiales a las necesidades, limitaciones y características de sus usuarios, optimizando la eficacia, seguridad y bienestar. El problema en muchas ocasiones reside que algunas medidas se hacen a raíz de visiones muy estructuralistas y mecanicistas del dolor por evidencias de hace años que relacionaban determinadas posiciones con lesiones. Pero, debemos tener en cuenta que el cuerpo humano es algo más complejo; no somos un mueble, sino un sistema en constante cambio, que se tiene que adaptar a un entorno en constante movimiento. Y aunque la higiene postural puede tener un papel importante en algunos contextos, es erróneo transmitir a todo el mundo que determinadas posiciones o actitudes van a afectar a la salud del cuerpo cuando hay evidencia más sólida que no establece una relación directa clara sobre el dolor y las posturas. Sin ir más lejos, en 2017, el investigador John L Pape y colaboradores realizaron un estudio sobre formas de rehidratar los discos intervertebrales a través de posturas y vieron que, en una posición sentada ligeramente encorvado y que se vería como una “mala” postura para los discos intervertebrales, se consideró sana en la que descansar, ya que estar 10 minutos manteniendo dicha posición, aumentó la altura de la columna lumbar, lo que se relaciona directamente con un aumento de la hidratación del disco intervertebral. ¿Esto significa que la Ergonomía se equivoca? Más bien se podría decir que algunos conceptos no están fundamentados adecuadamente, ya que hay aún mucho que investigar y la ciencia siempre está en evolución. De ahí que surjan hipótesis que se deben de ir refutando o descartando conforme pasa el tiempo para tener una visión más cercana a la realidad y no tomar como dogmas inapelables hechos no desmostrables. La Ergonomía en algunos contextos puede ser útil en búsqueda de la comodidad y bienestar de la persona a la hora de realizar una tarea. Sin embargo, posturas que se considerarían optimas y adecuadas pueden llegar a ser incómodas o incluso molestas con el paso de los minutos y por determinados factores mencionados con anterioridad. Al final, que sea una buena o una mala postura lo va a determinar la persona y el contexto en el que se exponga. Y debido a la falta de movimiento que supone mantener una postura, se tendrá que hacer modificaciones y cambios conforme pasen las horas para evitar acumular ácido en nuestro cuerpo y liberar carga en estructuras que están bajo tensión. Así que, tengamos presente y nunca olvidemos que la mejor posición siempre va a ser la que estés cómodo y que no dure mucho en el tiempo. Conclusiones. La postura no solo sirve para sostener el cuerpo, sino también como una serie de ajustes y cambios de movimientos sutiles alrededor de un punto de equilibrio central que van a permitir un mejor funcionamiento del organismo y adaptarse al entorno. Que exista una postura mala o buena, lo decidirá la persona y su contexto, no la biomecánica o la cinética. En Fisioterapia en concreto, existen los defensores de que la postura o una “mala postura” puede incrementar el riesgo de sufrir dolor de espada, incluso existen métodos que solo se basan en la corrección postural de determinados patrones aparentemente “malos”. Por otro lado, una corriente más reciente defiende que la postura no se relaciona en absoluto con el dolor de espalda, y que puedes sentarte o dormir como te apetezca, porque eso no aumentará el riesgo de sufrir molestias. Nuestra opinión es que la verdad no se encuentra en los extremos, y existen diferentes puntos de vista. Puede existir cierta relación entre la postura y el dolor en algunos casos, pero no quiere decir que sea una relación causal. Puede que el dolor altere la postura, y no al revés; la evidencia no ha podido demostrar una asociación fuerte entre postura y dolor de espalda, por ejemplo. Desde un punto de vista clínico, una postura es relevante para un paciente en particular cuando al cambiarla modificamos sus síntomas. Si no modifica los síntomas, la postura no es algo relevante en ese caso y no se debería poner demasiado esfuerzos en cambiar algo que no está afectando en el proceso de la persona. De ahí que es importante ser valorado por un buen profesional.
Por Maria Lourdes Corneo 20 de febrero de 2022
El bruxismo, mal llamada la enfermedad silenciosa, es una patología que sufre aproximadamente un 70% de la población en España y que consiste en apretar de forma inconsciente la mandíbula y rechinar los dientes, produciendo una serie de síntomas muy característicos que mantenidos en el tiempo afectan más a la persona. Se manifiesta en la ATM (articulación temporomandibular) y son los músculos de la masticación los que tienen una gran potencia, entre 80 y 200 kg/cm2. Imaginemos esta fuerza actuando toda la noche sobre nuestras piezas dentarias. Puede darse tanto en el día como por la noche, aunque el más frecuente es el que se produce durante el descanso. La mayoría de las veces, la persona afectada no es consciente de que tiene bruxismo hasta que otra le advierte de que al dormir rechina los dientes, o es el dentista quien le informa tras realizarle una revisión dental rutinaria. Es de etiología multifactorial y está asociado principalmente al estrés y a alteraciones del sueño, siendo una actividad de un sistema que no tiene propósitos funcionales. Si bien la causa principal es desconocida, los factores principales que influyen en un bruxismo que cause o no dolor y otros problemas, varían de una persona a otra. Estos pueden ser: Estrés y trastornos de ansiedad Cuánto tiempo y qué tan fuerte aprieta y rechina sus dientes Alineación dental Postura Trastornos respiratorios durante el sueño (ej. apnea del sueño) Capacidad de relajación Alimentación Trastornos del sueño Es un campo donde la fisioterapia integral toma mucho valor, y se aconseja realizar cualquier tipo de actividad que ayude a controlar, reducir o eliminar el estrés y la tensión muscular (que suelen ser desencadenantes del bruxismo), realizar ejercicios de relajación, terapia manual en las zonas musculares mandibulares afectadas y dormir las horas adecuadas manteniendo una correcta postura corporal. Justamente es ese estrés la definición de un conjunto de reacciones fisiológicas que se presentan cuando una persona sufre un estado de tensión nerviosa, producto de diversas situaciones en el ámbito laboral o personal: exceso de trabajo, ansiedad, situaciones traumáticas, etc. Cuando el estrés se presenta de modo intenso por periodos prolongados, es muy probable que cause problemas físicos y psicológicos, transformándose en un estrés crónico, y ahí es cuando puede aparecer en papel el bruxismo. Los signos que se suelen presentar con frecuencia en el bruxismo son: Desgaste y fractura de dientes Chasquidos o dificultad al abrir la boca Dolor mandibular Dolor facial Es importante destacar que existen otros síntomas que no son propios de la articulación, pero si son consecuencia de las disfunciones de la ATM y representan los motivos de consulta más frecuentes: Cefaleas y mareos Dolor cervical principalmente al despertar Dolor de oídos Zumbidos Estado de cansancio general Como fisioterapeuta integral se debe reconocer la causa desde una perspectiva física, pero también desde la emocional ya que será el conjunto de las dos la que permita erradicar de manera parcial o total la fatiga física y mental que despierta una patología tal como el bruxismo. Por eso mismo, dentro del tratamiento físico se los aborda con varios enfoques. Primero y principal, se trabajará sobre los músculos propios de la ATM, todos los músculos cráneo-cervicales junto a técnicas manuales, de relajación, estiramientos pasivos, todo lo que permita relajar la musculatura de la zona. Por otro lado, se trabajará con el sistema estomatognático: músculos suprahioideos e infrahioideos, trabajando de la misma manera con una serie de movilizaciones y estiramientos que permitan disminuir la tensión de la zona. Y por último, y no menos importante, trabajar en el pilar central de la respiración, no solo para modificar el patrón respiratorio que probablemente se vea alterado por el bruxismo, sino que también para impactar positivamente sobre el estrés y la ansiedad, dándole las herramientas necesarias al paciente para irse a dormir en un estado de calma y tranquilidad. Hay una serie de ejercicios que el paciente puede realizar antes de irse a dormir, o en momentos donde sienta una carga mayor de ansiedad, donde note sus respiraciones elevadas y su zona cervical tensa, y así pueda relajar la zona de los músculos de alrededor de la ATM.
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